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63 puntos de Michael JordanPartido de 'Air' para la historia del baloncesto

30 años del día que Jordan se convirtió en "Dios"... y "Demonio"

Michael Jordan, el primer atleta 'milmillonario' de la historia

Michael Jordan ante Larry Bird el día que anotó 63 puntos a los...
Michael Jordan ante Larry Bird el día que anotó 63 puntos a los Celtics

Michael Jordan no pudo celebrar los 30 años del día que anotó 63 puntos a los Celtics con el triunfo de sus Bobcats en playoffs.

Los Heat amargaron el trigésimo aniversario de la noche en que Michael Jordan se convirtió en el Dios del baloncesto.

"Me he enfrentado a Dios disfrazado de jugador de baloncesto". Esto dijo Larry Bird de Michael Jordan el 20 de abril de 1986 tras sus 63 puntos en dos prórrogas en el Boston Garden.

Recuerda la intrahistoria de los 63 puntos de Michael Jordan

Años 80. Tiempos difíciles para la NBA. Lejos de ser el gran negocio universal de hoy en día, el campeonato languidecía. La rivalidad entre Celtics y Lakers funcionaba como un desfibrilador en las Finales, momentos de lo más emocionales con el anillo en juego entre dos viejos enemigos, pero la Liga necesitaba que su deprimente temporada regular remontara el vuelo. Anhelaba un reclamo divino y constante. Algo que la elevara hacia lo sobrenatural, que la distinguiera de todas las competiciones de baloncesto y que atrajera la atención del mundo ante lo nunca visto. Sin duda hubo un antes y un después de la llegada de Michael Jordan a la NBA, en 1984, el año en el que también aterrizó el afortunado, y hábil, David Stern. Los brotes celestiales terminaron de manifestarse un 20 de abril de 1986.

Así metió Michael Jordan los 63 puntos a los Celtics

Hace 30 años ocurrió esto que sigue. En el viejo Boston Garden se disputaba el segundo partido de la primera ronda de los playoffs entre los Celtics y los Bulls. Dos días antes, Danny Ainge y Michael Jordan habían coincidido en el campo de golf de Brookline, un barrio de la zona noble de los alrededores de Boston. La estrella de los Bulls le dijo: "Mañana os voy a meter más de 50 puntos, voy a patear vuestro culo". Ainge, escolta de aquel equipo y hoy director de operaciones de la franquicia, sólo pudo reírse. "Te espera una sorpresa. Dennis Johnson ha pedido encargarse de ti y ya sabes lo que eso significa". Johnson era uno de los mejores defensores de la NBA, sino el mejor. A Jordan, dicen, se le inyectaron los ojos mientras agarraba con fuerza el drive.

Eran los días en los que Mike, joven, optimista, capaz de todo, se estaba jugando su carrera porque le daba la gana. En el contexto de la temporada menos prolífica en puntos de su trayectoria (un promedio menor de 25 puntos) y recién salido de la lesión más grave de su vida, rotura en el pie derecho (la misma que había arruinado el porvenir de Bill Walton), los Bulls le habían recomendado parar. No merecía le pena forzar. Él se había recuperado por su cuenta en North Carolina, su casa, sin atender a ninguna recomendación de los médicos de su franquicia, volviendo a jugar en la calle cuando se liberó de la escayola, un 26 de diciembre, para recuperar ese sentimiento por el basket en estado puro, el que juegas de adolescente sobre cemento. Volvió a las canchas antes de lo previsto y por voluntad propia, y le dio tiempo a clasificar a Chicago para los playoffs, donde nadie esperaba ya a su equipo. Ni los directivos. Jerry Krause, director de operaciones, hubiese preferido ir a lo seguro en el 'draft', pero el gen competitivo de Jordan no lo permitió.

En el primer encuentro de la eliminatoria ante los futuros campeones, Jordan había metido 49 puntos. Chicago perdió, por supuesto. Boston había ganado 40 de 41 partidos en su cancha en temporada regular. Bird, McHale, Parish, Dennis Johnson y compañía. Palabras mayores escritas en blanco y verde. Aquellos Celtics eran el equipo de baloncesto y su afición, ebria de triunfos y cerveza, la más entregada del campeonato. Inolvidables. El partido lo daba la CBS. Fue un clásico instantáneo.

En las últimas Finales, un acomodador de los Celtics, que estuvo allí, definió con una palabra lo que vio. "Vi al Demonio". El viejo empleado trabajaba para la organización desde los 50. El partido tuvo dos prórrogas, cuatro jugadores de los Celtics fueron eliminados, Boston recibió 66 faltas y Jordan desplegó todo su repertorio, lo que es hoy un incunable del baloncesto: quizá la pinacoteca nacional de este deporte. Nadie pudo pararle. Jugó 53 de 58 minutos. Anotó 22 canastas, sin triples, y 19 tiros libres. Logró 63 puntos, la anotación más alta en un partido de playoffs superando el récord de Elgin Baylor, 61, también en el Garden y a los Celtics, un 14 de abril de 1962. Ainge dijo después. "Era tan bueno que te quedabas mirándolo".

Bird, que un día en la temporada anterior le había llamado enano, dejó su famosa frase para la Historia. "No creía que nadie pudiera hacer esto: no contra los Celtics en el Boston Garden. Creo que hoy aquí estaba Dios disfrazado de Jordan". Boston ganó aquel partido 135-131 y la NBA una leyenda donde posar su maravillosa capacidad para fascinar. En el New York Times se contó el acontecimiento así. "Jordan anota 63 en una derrota. Anotó por no conquistó. Sus heroicidades no bastaron". Muchos credos nacen

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