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Juan Carlos Ampié, crítico de cine.

Juan Carlos Ampié, crítico de cine.

El día de la Independencia: Contraataque

Revista Domingo le trae la critica de cine de la película El Día de la Independencia escrita por Juan Carlos Ampié.

20 años después de que un platillo volador hiciera explotar la Casa Blanca nos llega una inesperada secuela de El Día de la Independencia. No existe una ola de nostalgia por el filme. Lo que sí existe es una nueva audiencia reacia a ver una película “vieja”, con efectos especiales que palidecen a la par de los actuales. Y una fecha perfecta para programar un estreno.

La acción se desarrolla en el 2016. La resistencia a la invasión anterior nos ha heredado un planeta unificado políticamente. La adopción de tecnología extraterrestre, tomada de las armas y naves de los perdedores, ha producido desarrollo sin precedentes. Aún así, no estamos preparados para lo que viene. Los “prisioneros de guerra” despiertan de su estado catatónico.

Algunos humanos que entraron en contacto con los extraterrestres experimentan dolorosas ondas cerebrales. Una misteriosa orbe aparece en la luna. Son presagios de una nueva invasión. Pronto tenemos otros discos gigantes orbitando el planeta, causando dramáticas escenas de destrucción masiva. Un coro de personajes apunta a involucrarnos emocionalmente: el protagonismo de la vieja guardia recae en David Levinson (Jeff Goldblum), convertido en una especie de investigador global. Su padre (Judd Hirsch) vive un retiro de perfil bajo, vendiendo sus memorias en patéticas casas de retiro. El presidente Withmore (Bill Pullman) padece estrés postraumático, pero sigue siendo de armas tomar. El Dr. Okun (Brent Spiner) permanece en coma, pero no por mucho tiempo. Jasmine Hiller (Vivica A. Fox) es ahora una doctora en medicina.

El general Adams (William Fichtner) ha ascendido al alto mando del ejército. Dos mujeres de peso se suman al equipo. Sela Ward es la presidenta de EE.UU. y Charlotte Gainsbourg una especialista en lenguaje extraterrestre que también asume el papel de interés romántico de Goldblum. La trama no tiene mucho sentido, pero el guion se encarga de plantar suficiente diálogo expositivo como para que el espectador crea saber qué está sucediendo. La tecnología de los efectos especiales ha mejorado inevitablemente, así que el acabado de las imágenes le permite ser competitiva.

Tres personajes jóvenes pretenden generar la identificación de las nuevas audiencias: Jake Morrison (Liam Hemsworth) es el prototípico aviador rebelde. Patricia Withmore (Maika Monroe) es la hija del presidente, su novia putativa, y la arista menos importante en un triángulo “bro-mántico”. Dylan Hiller (Jessie T. Usher), hijo del personaje de Will Smith, es también un piloto destacado, resentido con Jake porque casi lo mata en una temeraria maniobra. Los tres parecen maniquíes sin vida. La ausencia de Smith es una estocada mortal. Queda patente que el carisma de una estrella es capaz de compensar por profundas carencias. Después de todo, en espíritu y ejecución, esta secuela no es muy diferente a la anterior. Sin embargo, la presencia de Smith tampoco habría garantizado el éxito. La novedad de su insolencia no puede ser duplicada, ni siquiera por él mismo.

Entre los recién llegados, llama la atención la actriz china Angelababy (sí, ese es su nombre artístico). En el nuevo mundo globalizado, su país es un mercado tan importante como los EE.UU. La inclusión de un personaje con el cual su población pueda identificarse es estratégica —véase los repartos multiétnicos en la franquicia Rápido y Furioso—. La movida encaja con la utopía de globalización en la cual la trama se ejecuta, pero aún así, los realizadores fracasan a la hora de hacer algo interesante con el personaje. Igual, China puede salvar la inevitable secuela. En una muestra de optimismo sin precedentes, el final abierto clama por una tercera parte.

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