Dice un antiguo refrán que lo que el inteligente hace al comienzo el necio lo tiene que hacer al final. Lo cual es válido en el caso de las cédulas de una gran cantidad de nicaragüenses que este 31 de diciembre dejarán de tener validez.
La bancada opositora en la Asamblea Nacional presentó el 11 de noviembre pasado una iniciativa de ley para prorrogar por un término razonable la validez de esas cédulas. Pero representantes del Consejo Supremo Electoral (CSE) y los diputados del partido oficialista FSLN, rechazaron categóricamente la razonable y oportuna propuesta del PLI, inclusive con expresiones ofensivas hacia los ciudadanos cuyas cédulas dejarán de tener validez dentro de dos semanas.
Finalmente este lunes el Gobierno del inconstitucional presidente Daniel Ortega anunció por medio de su vocera oficial, la señora Rosario Murillo, que enviaría a la Asamblea Nacional una reforma legal para extender la vigencia de las cédulas hasta 2018, a fin de que los diputados la ratifiquen en sesión extraordinaria este jueves 18 de diciembre corriente. Y de inmediato, los parlamentarios oficialistas que habían despotricado contra la inteligente propuesta opositora presentada en noviembre, acogieron sumisamente la iniciativa de su presidente y declararon que la van a aprobar de una sola vez, sin pasarla por los trámites ordinarios
Como dice el viejo refrán, los necios tuvieron que aceptar al final lo que los inteligentes habían propuesto al principio, sencillamente porque la realidad es testaruda y la negación de la prórroga de las cédulas de muchos ciudadanos a quienes se les estaba condenando a la muerte civil, se había revertido contra los arrogantes orteguistas.
Pero no fue solo por necedad que el oficialismo se negó a aceptar la propuesta opositora de extender la validez de las cédulas y que su renovación fuese gratuita. Es también por la mezquindad política de un sistema de gobierno que no permite a la oposición parlamentaria ningún espacio para que pueda lograr la aprobación de algunas leyes de beneficio popular directo. Mezquindad que, al fin y al cabo, igual que la arrogancia en el ejercicio del poder es también una manifestación de torpeza política.
En un país democrático la mayoría gobernante acepta con gusto las iniciativas de la minoría opositora cuya aprobación redunda en beneficio popular y social. Incluso le pide propuestas a la oposición, porque es una manera de hacer que esta contribuya a gobernar y que no se dedique solo a rechazar las acciones gubernamentales. Pero el sistema de gobierno que impera en Nicaragua no es democrático, es autocrático, autoritario, inclusive tiene acentuados rasgos totalitarios. Es un sistema que solo toma de la democracia sus aspectos formales, vaciándola completamente de contenido.
Para los ciudadanos que se beneficiarán con la extensión de la validez de sus cédulas, lo más importante en fin de cuenta es que por ahora se termina su angustia por la amenaza de quedar sin derechos civiles a partir de enero entrante. De manera que ya no tendrán que seguir haciendo las largas y penosas filas para poder renovar sus cédulas. Filas que, dicho sea de paso, se habían convertido de hecho en un plebiscito ciudadano en contra de Daniel Ortega y su régimen autocrático y prepotente.
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