El pasado miércoles 10 se realizó una marcha contra el canal en Managua en ocasión del día internacional de los Derechos Humanos. La marcha fue encabezada por miles de campesinos que se han organizado en el “Consejo Nacional en Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía Nacional” que preside el dirigente rivense Octavio Ortega, quien ha estado al frente de las protestas contra el Canal desde su inicio.
Como fue reportado en los pocos medios independientes que aún quedan en Nicaragua y en la prensa internacional que cubrió el evento, los campesinos que venían de Nueva Guinea en su larga ruta a Managua, sortearon todo tipo de bloqueo y trabas por parte del Gobierno para hacerse presente en la protesta.
No obstante, hubo otros manifestantes, como los que venían de Rivas en un camión lleno y en dos microbuses, que no lograron llegar a Managua porque fueron bloqueados por la Policía Nacional en violación expresa a sus derechos constitucionales a la libre movilización y a la libre expresión, por lo que decidieron hacer un tranque en la carretera interamericana sur a la altura de Belén.
Medir el impacto que tuvo esta marcha basado únicamente en los números, no es correcto. Quizás si el Gobierno hubiera tolerado la protesta sin poner trabas a libre expresión y movilización, tendríamos una cifra aproximada de cuantos ciudadanos que quisieron participar pudieron hacerlo y contaríamos con este parámetro en forma objetiva. Pero lamentablemente, no fue así.
Entonces, únicamente podemos decir que sí tuvo un impacto nacional porque la protesta no fue en un lugar remoto, sino en el corazón y nervio del país, la capital, demostrando que el problema del canal no es un problema local de campesinos que quieren un mejor precio por la expropiación de sus tierras, sino un problema nacional.
Este problema no se limita al desarraigo de sus tierras de miles de campesinos, sino con la defensa del Lago de Nicaragua, principal reservorio de agua dulce de Centroamérica y con la defensa de la soberanía nacional, que ha sido mancillada con la ignominiosa concesión que otorgó el gobierno de Ortega al ciudadano chino Wang Jing, en la que se obliga al Estado a darlo todo, a cambio de nada.
Más importante aún: la marcha tuvo una repercusión noticiosa a nivel mundial que haría temblar a cualquier inversionista tentado por los “espejitos chinos” de Wang Jing y el gobierno orteguista.
Fue cubierta por CNN en español y la cadena global CNN en inglés dio parte también brevemente, se publicó una nota periodística en el New York Times, la BBC de Londres, la cadena Euronews, el Miami Herald, el prestigioso diario español El País, otros medios a nivel mundial reprodujeron una nota periodística de la agencia internacional AP firmada por corresponsal Luis Galeano y titulada: “Miles marchan contra el canal en Nicaragua”.
Ya la problemática del proyecto canalero chino en Nicaragua, su impacto social y monstruoso impacto ambiental sobre nuestro Gran Lago, ha trascendido nuestras fronteras y se ha convertido en una causa mundial.
La afamada revista científica Nature ha publicado un artículo en que advierte “que la construcción del canal sobre el Lago Cocibolca y en unas 400,000 hectáreas de bosques y humedales causaría un desastre ambiental de grandes proporciones que afectaría a Nicaragua y más allá”.
La revista señala “que se deben hacer evaluaciones de impacto ambiental independientes y no bajo el sesgo obvio de ser pagadas por promotores del proyecto. Nicaragua no ha solicitado una evaluación independiente y para tomar la decisión se basará por el estudio que ha encargado HKND”.
La respuesta del Gobierno, en contubernio con los chinos, es lanzar un gran show mediático el próximo lunes 22 en una finca de Rivas conocida como Wiscoyol, donde concentrarán una gran cantidad de maquinaria para hacer “el parapeto” del arranque de las obras del canal, sin que ni siquiera los estudios ambientales encargados por HKND, estén listos.
Esto podría resultar contraproducente y ciertamente no atraerá a ningún inversionista, ya que terminará siendo motivo de burla, como lo fue la ceremonia de la “primera piedra” en la refinería “El Gran Sueño de Bolívar”. Los ojos de la prensa mundial, que son mucho más críticos que la prensa oficialista, serán los testigos.
El autor es diputado miembro de la Bancada del PLI.
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