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Hungría ya no mira al pasado

La selección de Storck se clasificó para los octavos de final después de estar tres décadas sin participar en un torneo grande

Jordi Quixano
Storck, durante un entrenamiento de Hungría.
Storck, durante un entrenamiento de Hungría.ATTILA KISBENEDEK (AFP)

La decisión de Sándor Csányi, el presidente de la federación húngara de fútbol, fue bien impopular porque se consideraba que era un entrenador de perfil bajo que no casaba con la afición ni los jugadores. Nueve meses después, justo tras la derrota en el primer partido de la fase de clasificación para la Eurocopa ante Irlanda del Norte, Attila Pintér quedaba relegado del banquillo. Se contrató a Pál Dárdai por tres encuentros, después se anunció que seguiría hasta el final de la fase y unos días más tarde el Hertha de Berlín –club en el que tiene el récord de partidos como jugador- le hizo una oferta que aceptó y que no le permitía compaginar los dos trabajos. Pero el equipo había funcionado (dos triunfos y un empate) por lo que Csányi escuchó a Dárdai, que le aconsejó dar la batuta a Bernd Storck, un entrenador que él había traído para dirigir el fútbol base de la selección y que agitó los cargos técnicos con el ascenso de cargo. Y funcionó porque a pesar del trasiego de técnicos, Hungría ya no mira al pasado.

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Eran tiempos de la Aranycsapat (equipo de oro), de futbolistas como Grosics, Czibor, Hidegkuti, Kocsis y Puskas, capaces de infligirle en 1953 la primera derrota a Inglaterra en su casa, al grupo de Stanley Matthews y Alf Ramsey, con un sonoro 3-6. Y de meterle un 7-1 en la teórica revancha. Eran tiempos, también, en los que sumaron 32 partidos seguidos sin perder sellados con el laurel olímpico en 1952 –luego repetirían en 1964 y 1968- y una final perdida en el Mundial de 1954. Pero eran tiempos pasados. “Se ha cambiado la política porque hasta ahora vivían de los resultados a corto plazo y no funcionaba”, cuenta Joan Carrillo, extécnico del Videoton húngaro, al que le hizo campeón de Liga hace dos años; “el presidente de la federación ha dado un vuelco y ahora ya no sólo se persigue el físico sino que también se ha mejorado mucho en lo táctico”. Eso es debido a un aperturismo de la competición doméstica que hasta el momento sólo se hacía en el cargo de la selección con técnicos de nombre pero sin demasiada carrera como Lothar Matthäus o Erwin Koeman. “Hemos venido entrenadores de distintos países, pero es extraño que haya habido que esperar tantos años para que el equipo jugara una gran competición”, interviene Robert Jarni, exentrenador del Puskas Academia. Exactamente tres décadas, desde el Mundial de México 86, cuando la Unión Soviética le endosó 0-6. Y ascienden a 44 los que no participaba en una Eurocopa.

El primer ministro Viktor Orban ha inyectado cerca de 500 millones para ayudar al desarrollo del deporte en el país

Hay, sin embargo, un mecenas del fútbol en el país que también ha resultado capital para el desarrollo del deporte: el primer ministro Viktor Orban, un personaje populista de severas políticas antimigratorias y contrario a los matrimonios homosexuales. Delantero discreto que no pasó de Tercera, marca los goles para Hungría desde el despacho de la presidencia del gobierno que ocupa por segunda vez desde 2010 (el primero fue de 1998 al 2002), hasta el punto de que se las ingenió para implantar una ley –TAO- en la que cualquier empresa que financiase a un deporte de equipo quedaría exenta del pago de impuestos. “En Hungría es tan común jugar al fútbol como respirar”, resuelve el mandatario, que ha inyectado unos 500 millones en poco más de un lustro para reformar ocho campos del país como el del Ferencvaros, el Estadio Nacional o el del Debrecen. “Orban es un entusiasta de este deporte y ha sido una persona muy importante para su desarrollo en el país”, afirma Carrillo. “También ha creado academias –como las Puskas Academia, con la que colabora- e invertido en otras infraestructuras. De aquí a cinco años, Hungría tendrá muy buenos jugadores”, vaticina Jarni; “es el que manda y le gusta muchísimo el fútbol, por lo que ayuda mucho”.

De todo eso, de las decisiones de Csányi y de las direcciones de Dárdai además del periodo de aperturismo y de la billetera de Orban, se ha nutrido y beneficiado la selección, que ya está en los octavos de la Eurocopa. Se medirá con Bélgica y, de pasar ronda, le aguardaría el vencedor entre Gales e Irlanda del Norte. “Juegan como pueden, con defensa fuerte y buenas contras. Strock ha hecho un gran trabajo”, resume Jarni. “Y han mejorado mucho en lo psicológico porque ahora cuando el equipo tiene que apretar e ir, como ante Islandia, lo hizo. A pesar de sus carencias, ya no especula”, se suma Carillo. Pero pase lo que pase, Hungría ya no vivirá del recuerdo.

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