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Una renuncia forzada

El poder de Mestalla pesa en la decisión del técnico portugués de renunciar para proteger la propiedad Lim

Nuno, durante el partido en Sevilla.
Nuno, durante el partido en Sevilla.Jose Manuel Vidal (EFE)

La presión de Mestalla ha podido con Nuno Espírito Santo. El entrenador portugués, en un gesto inusual en el fútbol, ha renunciado a seguir siendo entrenador del Valencia con el que tenía contrato hasta junio del 2018. La decisión la tenía tomada antes del partido disputado en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla, en un nuevo ejercicio de impotencia del conjunto valencianista, sin alma y carácter alguno, circunstancia repetida en los últimos partidos del Valencia, con síntomas de apatía, sin un sistema de juego definido, sin propuesta alguna.

El ambiente irrespirable en el vestuario del club de la capital del Turia no ha hecho más que acrecentar la opinión unánime de que Nuno no era querido en el Valencia. La afición y alguna parte del vestuario che consideraban que las decisiones de Nuno venían marcadas por el criterio de Jorge Mendes, el representante de futbolistas, el autor de la confección de la plantilla con futbolistas de escaso reconocimiento y bagaje pagados por el club a un precio elevado, para beneficio del propio Mendes. El proyecto de Lim ha supuesto un desembolso de 200 millones de euros, inversión de difícil justificación en la mayoría de las incorporaciones.

Dani Parejo, primer capitán del Valencia salió a la palestra a dar su opinión sobre la marcha de Nuno. “Nos lo ha comunicado al terminar el partido su decisión”, dio a conocer Parejo, que no esperaba tal desenlace. “Siempre nos trasmitía que podía con la situación. No ha sido así”, explicó el madrileño, que defendió a la plantilla. “Somos un buen grupo, joven, sin malos rollos. Ahora hay que defender el escudo y seguir adelante”, aclaró el capitán.

Tal vez, en la renuncia de Nuno se esconda la protección a su amigo Lim, que tiene previsto acudir el próximo sábado a Mestalla, que le sometería a juicio por la mala marcha del equipo, cuyo culpable para los seguidores valencianistas no es otro que el propio Nuno, señalado desde el pasado verano tras la forzada salida de Amadeo Salvo, presidente del club en el primer curso de Lim en la propiedad, y de Rufete, el director deportivo, sin ninguna capacidad de decisión desde la llegada de Lim y Nuno. La política deportiva la marcaba Jorge Mendes. El representante portugués, mientras colocaba jugadores de su camada en el Valencia, intervenía en la venta de Nicolás Otamendi al Manchester City, fichado por Rufete por 12 millones de euros y por el cual se ingresaron 45. En su lugar llegaron Aderllan Santos y Abdennour por 35 millones, ambos del séquito de Mendes.

Con la inquietud y desconfianza en la grada desde el inicio de temporada y a pesar de la clasificación para la Champions salvando la previa ante el Mónaco, el irregular inicio de Liga propició el descontento de la afición valencianista. El cántico de “¡Nuno vete ya!” se convirtió en un clásico en los últimos partidos disputados en Mestalla. La defenestración de Negredo, no hizo más que acrecentar la animadversión de los seguidores che, que han podido con Nuno y deshecho el trío de amigos, junto con Lim y Mendes, que manejaban los designios del Valencia. Hasta anoche en Sevilla.

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