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El planeta en manos de los políticos

Naomi Klein apunta a la responsabilidad de las élites en un cambio climático que amenaza la Tierra. Propone nuevas relaciones en un libro en el que Europa está ausente

Imagen de unos glaciares en Groenlandia.
Imagen de unos glaciares en Groenlandia.Ian Joughin

Esto lo cambia todo, de la periodista Naomi Klein, recordada por libros como No logo y La doctrina del shock, es un libro importante. El asunto del que se ocupa no puede ser más relevante: el cambio climático, amenaza que nos acecha y que oscurece nuestro futuro. Al contrario que muchos autores, Klein se centra en la política, en especial en las acciones sociales necesarias para combatir el aumento de temperatura de la atmósfera terrestre y el emponzoñamiento de tierras, aire y mares que este lleva asociado, y no en los argumentos científicos, aunque estos afloren con frecuencia a lo largo de sus páginas. Tiene razón en adoptar semejante enfoque, porque combatir el cambio climático tiene que ver sobre todo con quienes poseen poder.

“El cambio climático”, escribe, “no ha sido tratado nunca como una crisis por nuestros dirigentes, aun a pesar de que encierre el riesgo de destruir vidas a una escala inmensamente mayor que los derrumbes de bancos y rascacielos… Es evidente que el hecho de que algo reciba la consideración oficial de crisis depende tanto del poder y de las prioridades de quienes detentan ese poder como de los hechos y de los datos empíricos. Pero nosotros no tenemos por qué limitarnos a ser simples espectadores de todo esto… Si un número suficiente de todos nosotros dejamos de mirar para otro lado y decidimos que el cambio climático sea una crisis merecedora de niveles de respuesta equivalentes a los del Plan Marshall, entonces no hay duda de que lo será y que la clase política tendrá que responder, tanto dedicando recursos a solucionarla como reinterpretando las reglas del libre mercado que tan flexiblemente sabe aplicar cuando son los intereses de las élites los que están en peligro”. Los poderes que Klein desvela son bien conocidos: políticos que no quieren arriesgarse a impulsar cambios socioeconómicos radicales, y otros “demasiado ligados” a las poderosísimas compañías cuyo negocio es el principal responsable de las emisiones de compuestos de carbono que alimentan el efecto invernadero. El verdadero problema, repite una y otra vez Klein, es el capitalismo desregulado, reforzado por la globalización, un capitalismo que se ha incardinado en elementos del tipo de “tratados de libre comercio”, que pueden convertirse en barreras insalvables para políticas locales de fomento de energías.

De entre los muchos asuntos que se tratan en este libro mencionaré unos pocos, que dan idea de su contenido y pretensión: las trampas asociadas al comercio de derechos de emisión de dióxido de carbono, los riesgos de la fracturación hidráulica (o fracking), el desenfrenado extractivismo imperante (buscar y extraer combustibles fósiles en donde sea, con tal de mantener, y acrecentar, los consumos actuales de energía) o los proyectos de geoingeniería, como el de inyectar partículas en la atmósfera para que esta refleje la luz del Sol, que a uno le hacen pensar inmediatamente en el Frankenstein de Mary Shelley.

En realidad, el objetivo de Esto lo cambia todo no es otro que defender un nuevo mundo, político, social y económico, basado en relaciones y regulaciones diferentes a las que nos gobiernan hoy; un mundo en el que nuestro planeta no se contemple como un objeto de libre disposición y recursos ilimitados. Y al ser este su objetivo, es un libro no solo comprometido, sino militante también, con opciones políticas de la autora que se manifiestan con claridad. No deja de ser significativo en este sentido lo que leemos en la última página —notas aparte— del libro: “Hace un año, mientras cenaba con unos amigos que acababa de conocer en Atenas, les pedí ideas sobre posibles preguntas para una entrevista que iba a hacerle a Alexis Tsipras, el joven líder del principal partido de la oposición oficial griega y una de las pocas fuentes de esperanza en una Europa asolada por la austeridad”. Como es bien sabido, Tsipras es hoy primer ministro de Grecia, y no todos estarán de acuerdo en la opinión que de él tiene Klein.

El gran defecto de Esto lo cambia todo, centrado sobre todo en América del Norte, en Canadá, la patria de Klein, es que Europa es casi un invitado de piedra. Son excesivas las páginas dedicadas a pueblos indígenas, a las “primeras naciones” canadienses, a los ataques que han sufrido sus “derechos aborígenes” y a cómo esos pueblos podrían llevar una vida respetuosa con la naturaleza basada en energías alternativas. Es complicado extrapolar sus circunstancias a Europa, sobre cuya casuística Klein pasa casi en volandas. En un texto de 572 páginas, más 80 de notas, el detalle, repitiendo argumentos una y otra vez, que la autora dedica a algunas de esas “primeras naciones”, cansa, obstaculizando así la difusión de sus principales tesis. En cualquier caso, el esfuerzo de completar su lectura merece ciertamente la pena.

Esto lo cambia todo. Naomi Klein. Traducción de Albino Santos Mosquera. Paidós. Barcelona, 2015. 650 páginas. 24 euros (9,99 electrónico).

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