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Nadie puede negar que el acuerdo alcanzado por 195 países en la cumbre de París, COP21, ha supuesto por fin un hito en la intención de luchar contra el cambio climático. Tras más de 20 años de cumbres del clima y mucha negociación y esfuerzo por parte de políticos y diplomáticos, por fin se ha llegado a un acuerdo que implica a la gran mayoría de los países, en defensa del planeta. Pero, ¿será realmente suficiente y efectivo este acuerdo?

Lo cierto es que el acuerdo parece inspirado en la saga de Star Wars: tiene claros y oscuros, pugnan la Fuerza y el Lado Oscuro. El Acuerdo establece un objetivo obligatorio de contención del aumento la temperatura media global a final de siglo, por debajo de los 2°C respecto a niveles preindus­triales, incluso se harán esfuerzos para mantenerlo por debajo del 1,5°C- Claro. Sin embargo no establece como legalmente vinculantes los objetivos de reducción de emisiones específicos de cada país- Oscuro- ¿quién sancionará a los incumplidores? Los objetivos nacionales deberán revisarse cada 5 años y la medición, seguimiento, verificación y reporte de las emisiones se hará usando un mismo sistema común para todos- Claro.  Se ha creado un Comité de cumplimiento que llevará cabo el seguimiento de los programas nacionales de reducción- Claro.

Pero la extrapolación de los planes de reducción presentados por los 187 de los 195 países del pacto, suponen que para finales del siglo habrá un aumento de la temperatura media de 3 °C, es decir al menos un grado por encima del objetivo del acuerdo- Oscuro.

Todos los líderes mundiales de distintos ámbitos entienden la urgencia y gravedad del más que evidente problema ambiental, económico y social que estamos tratando: desde Barack Obama, Ángela Merkel, Jim Yong Kim del Banco Mundial, Paul Polman de Unilever, hasta el Papa Francisco. Incluso China ha adoptado compromisos, acuciada por un serio problema de contaminación y por la presión popular.

Está claro que urgen medidas valientes, ambiciosas e integrales, desde todos los sectores de la sociedad: es momento de pasar a la acción, las consecuencias de no hacerlo serán infinitamente peores que cualquier externalidad económica a valorar en la toma de decisiones.

El pasado lunes 25 tuve la oportunidad de asistir al encuentro entre 36 empresas españolas que conforman el Clustér de Cambio Climático impulsado por Forética y pude comprobar que algunas empresas ya lo han entendido. Tras compartir las tendencias internacionales en materia de cambio climático junto con Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI) y ex Secretaria de Estado de Cambio Climático, nos reunimos por grupos para discutir el papel que jugará el precio de carbono (carbon pricing) en la puesta en marcha de medidas de reducción.

Y resultó muy esperanzador ver que al menos el sector empresarial tiene claro que, independientemente del precio, hay que actuar. Incluso hay empresas en que las decisiones ambientales no deben cumplir los mismos criterios de retorno económico que el resto de decisiones. Lógicamente es deseable que lo ambiental y lo económico vayan alineados, y si se tienen en cuenta todas las implicaciones y riesgos, casi siempre suele ser así. Pero nos encontramos en un momento en que no cabe la ‘parálisis por análisis’, deben existir mecanismos que permitan avanzar para no demorar algo de lo que depende nuestra supervivencia como individuos, como sociedad, como especie y como planeta.

El encuentro terminó con dos notas positivas:

1- Somos verdaderamente ricos: el medio ambiente es un conjunto, todo está interrelacionado, agua, aire, cambio climático, biodiversidad… Precisamente los verdaderos recursos de los que dispone el planeta son la riqueza de especies que lo conforman y no las energías no renovables y los minerales, como nos empeñamos en sostener. Ahora lo que hace falta es conservar y proteger esta riqueza, y aquí es donde viene la segunda nota positiva;

2- Parece que todos los sectores de la sociedad están dispuestos a actuar y están alineados hacia un modelo más sostenible. En un ambiente más informal de intercambio de opiniones y puesta en común, pudimos comprobar tanto representantes de empresas, como administración pública, tercer sector y medios de comunicación, que ya no nos miramos unos a otros esperando a que alguien tome la iniciativa sino que estamos dispuestos a actuar por nuestra cuenta y también en colaboración. ¡Que la Fuerza nos acompañe!

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