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¿El fin de Putin? Todavía no
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PARA LOS RUSOS ES LA SOLUCIÓN, NO EL PROBLEMA

¿El fin de Putin? Todavía no

El rublo se derrumba, la inflación ronda el 10%. Es la primera crisis con posibles consecuencias políticas para Putin. Pero, ¿cuál es la sensación entre los rusos?

Foto: El presidente ruso, Vladimir Putin, durante su conferencia de prensa anual de fin de año en Moscú (Reuters).
El presidente ruso, Vladimir Putin, durante su conferencia de prensa anual de fin de año en Moscú (Reuters).

En estas semanas de diciembre, el rublo ha caído aún más que las temperaturas en Rusia. ¿Y cuál es la novedad? Obviamente, no el cambio climático, sino que esta es la primera crisis económica con posible consecuencias políticas para Putin.

La prensa más independiente del país ha especulado en los últimos días con una posible sustitución de Dmitri Medvedev al frente del Gobierno y carga tintas contra el presidente de la petrolera Rosneft, Igor Sechin, fiel escudero de Putin en las dos últimas décadas. Como recambio han apuntado a Alexei Kudrin, antiguo ministro de Finanzas, figura con prestigio entre los liberales y crítico con éstos dos últimos. Aunque reacio a conceder entrevistas, Kudrin ha lanzado continuos dardos en Twitter contra el gabinete Medvedev por permitir el endeudamiento excesivo de Rosneft y aumentar el gasto público. No obstante, Kudrin parece reacio a asumir la responsabilidad en estos momentos.

Cuando le preguntamos al profesor Magun sobre un posible escenario de futuro, responde que “en los próximos diez años es difícil imaginar una democracia liberal en Rusia. No obstante, podemos esperar que el régimen posibilite más oportunidades de participación. Quiero decir que incluya a los más educados, que sea más tolerante y abierto a la globalización. Aun así, yo no me veo haciendo compromisos con este Gobierno”.

La clase media parece la más afectada por esta crisis financiera. ¿Qué puede hacer? “Parece que se están organizando protestas, pero esta vez incluirán a otros sectores de la población, ya que la caída del rublo y las sanciones occidentales también afectan a las clases bajas”, indica Magun.

“Hay una sensación de pánico generalizado”

Según varias encuestas, los rusos relacionan los problemas económicos con la intervención de Moscú en Ucrania. Sin embargo, la población ve a Putin como la solución a los problemas, no como su causa.

Además, la gente de a pie dice estar acostumbrada a este tipo subidas, bajadas y ruido de sables. Los rusos se abrigan, hacen colas, preparan provisiones y reestablecen redes paralelas de información y acceso a bienes. Ordenadores, microondas y equipos de música desaparecen de los estantes de los grandes comercios de las ciudades rusas. Y Apple e Ikea han bloqueado sus ventas en Rusia a la espera de que el rublo se estabilice.

Los rusos relacionan los problemas económicos con la intervención de Moscú en Ucrania. Sin embargo, la población ve a Putin como la solución a los problemas, no como su causa

Hay una sensación de pánico generalizado. No se pueden comprar más de dos i-phones por persona y en los puntos de cambio siempre hay colas. Todo el mundo habla del tema, por supuesto, y para muchos es un quebradero de cabeza. Sobre todo para aquéllos que tienen un ‘valuta credit’ (hipotecas y créditos en divisa extranjera). La oficina de mi amiga Masha ha cerrado. De un día para otro les han dicho que no vuelvan. Y no es el único caso. Después, los precios han subido. Por ejemplo, ir a la peluquería costaba 2.500 rublos y ahora cuesta 3.100”, nos describe Ksenia desde San Petersburgo.

De momento no hay noticias de que rastros y quioscos emerjan de nuevo en el paisaje de las ciudades rusas. Las babushkas siguen solas en las salidas de metro vendiendo sus flores, conservas y compotas. Tampoco ha reaparecido todavía la llamada Uslovanaya Yedinitsa (unidad de cambio condicional), utilizada en los años noventa para puentear el vaivén del rublo. La población del país, tan amante de los acrónimos, lo llamaba ‘u. e.’, que en ruso se pronuncia “u-yeh”.

¡Feliz 1999!

“¡Feliz 1999!”, tituló esta semana el diario RBK. Además de recursos naturales, espacio y despotismo, en Rusia abunda la ironía. Son los cuatro elementos (tierra-agua-fuego-aire) del país. “El cambio con el euro ha pasado de cotizarse en la escala Celsius a la Fahrenheit”, escribe un tuitero. “Los 100 rublos por dólar han dejado de ser una fantasía”, escribía la Nezavisimaya Gazeta. Es lo que tiene el haber nacido en un país donde los ciclos saltan, la moneda cae y los ministros van a los leones con una frecuencia asfixiante.

Los gráficos diseñados por El Confidencial muestran que en Rusia cualquier tiempo pasado fue mejor… y peor. Y el periodista Daniel Utrilla, autor de A Moscú sin Kaláshnikov, advierte de que no conviene enterrar tan pronto a Rusia.

Negro sobre blanco, Rusia muestra una balanza exterior favorable (más de 150.000 millones de euros) y unos 300.000 millones de euros en divisas (aunque en 2014 las reservas han disminuido unos 75.000 millones de euros). No obstante, el rublo ha perdido la mitad de su valor en este 2014, la inflación oficial ronda el 10%, su economía está estancada desde 2012, la deuda del sector privado a corto plazo ronda los 100.000 millones de euros y la salida de capitales se ha convertido en una hemorragia difícil de parar.

En su encuentro con la prensa, Putin dijo que en menos de dos años la economía volverá a la normalidad, pero los precios no paran de subir y varias empresas han empezado a recortar empleos (Gazprom, el 20% de su plantilla)

En su encuentro con la prensa este jueves, Putin dijo que en menos de dos años la economía volverá a la normalidad, pero los precios no paran de subir (sobre todo de comida y tecnología) y varias empresas han empezado a recortar empleos (Gazprom, con 459.000 trabajadores, ha anunciado el recorte del 20% de su plantilla).

También aseguró Putin que la crisis se debe a factores externos a la economía rusa. Línea argumental repetida por los medios de comunicación estatales rusos cuando hablan de la caída del rublo. Pero “ya no basta con culpar a Estados Unidos de lo que está pasando”, dice el periodista Sergei Shelin. ¿Podríamos decir que la era de stabilnost ha acabado en Rusia? “La principal diferencia entre la Rusia de Putin y los países occidentales es la manera de introducir cambios en el poder. En las democracias occidentales, el cambio de poder es periódico e inevitable, parte de los ciclos electorales. Para Putin, el cambio de poder es diabólico”, asegura el analista del Carnegie Center Thomas de Waal.

La suspensión de pagos del Estado y el corralito parecen descartados. El Kremlin todavía tiene cierto margen de maniobra. Sin embargo, los efectos de la caída del rublo (más la bajada del precio del petróleo y las sanciones occidentales) se van filtrando por todos los sectores de la sociedad. En la blogosfera rusa denuncian que la clase media ha desaparecido y critican al Gobierno por actuar como un avestruz: esconder la cabeza hasta que suba el precio del petróleo.

No solo las inversiones extranjeras se han reducido al mínimo, sino que los ‘expats’ empiezan a hacer las maletas y dejar el país. Pero si en algo coincide el diagnóstico del Kremlin con el de analistas internacionales es en que la caída del rublo se debe en gran medida a “la psicología” y “las emociones”, es decir, a las expectativas de los agentes económicos.

Aquí no se venden dólares

Los puntos de cambio de divisas empiezan a encargar paneles con más dígitos por si el rublo sigue bajando su cotización respecto a las divisas occidentales. Además, muchos de ellos han colgado carteles de “dollarov nyet” (aquí no se venden dólares). No porque no los tengan, sino porque estiman una mayor caída de la moneda rusa.

'¡Feliz 1999!', tituló esta semana el diario RBK. Además de recursos naturales, espacio y despotismo, en Rusia abunda la ironía. Son los cuatro elementos del país

Según Ruslan Grinberg, director del Instituto de Economía, la subida de los tipos de interés al 17% hubiera sido suficiente en cualquier país, pero en Rusia ha disparado una espiral de desconfianza e incertidumbre difícil de parar. En su opinión, la espiral puede ir aún a peor, en parte por el exceso de monopolios y cárteles en la economía rusa.

“Que no cunda el pánico”, han repetido a lo largo de la semana los altos funcionarios rusos. Pero la tranquilidad no se ha hecho manifiesta entre la población hasta que Putin ha dado la cara. Es lo que tiene vivir en una ‘democracia soberana’, es decir en un régimen parlamentario autoritario y sin pluralidad.

“Yo vivo sin libertad de expresión pero con libertad de cátedra, es decir mi capacidad de actuación pública es limitada pero no la académica”. ¿Y esto mejoraría si Putin deja la jefatura del Estado?, le pregunto al profesor Magun. “Prefiero no responder a esa pregunta”.

La resistencia y capacidad de sufrimiento del pueblo ruso parece infinita.

En estas semanas de diciembre, el rublo ha caído aún más que las temperaturas en Rusia. ¿Y cuál es la novedad? Obviamente, no el cambio climático, sino que esta es la primera crisis económica con posible consecuencias políticas para Putin.

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