Tres buenas películas son, cada una en su estilo, la argentina La luz incidente (Ariel Rotter, 2015) y las mexicanas Las elegidas (David Pablos, 2015) y Un monstruo de mil cabezas (Rodrigo Plá, 2015).
La luz incidente ubica la trama a principio de los años sesenta y el retroceder más de medio siglo no es gratuito, ya que le permite referirse a un entorno social signado por costumbres y prejuicios, subrayados esenciales para centrarse en el conflicto de una joven mujer (otra vez excelente Erica Rivas) que pierde a su marido en un accidente y se queda sola con dos hijas pequeñas.
Aparecerá un pretendiente interesante, aunque desbocado en sus intenciones matrimoniales, y la mujer comenzará a debatirse en medio de los recuerdos del esposo amado y las posibilidades de rehacer su vida entre el dolor y el deseo.
Rotter filma en blanco y negro esta historia de clase media pudiente, con la madre de la protagonista instándola a aceptar las proposiciones matrimoniales, en aras de rehacer una familia, como disponen las reglas, y de paso, asegurar el sostén económico.
Admirable el reto estético que se propone el director para exponer, mediante densas atmósferas y encuadres muy precisos, las inquietudes de una mujer que debe decidir entre quedarse en las sombras de un pasado amoroso, o apostar por un futuro incierto, representado por el pretendiente que la atrae, pero a ratos la confunde. Película bien pensada e inteligente, que hace descansar su carga dramática en Erica Rivas, nombre, sin duda, que deberá estar sobre la mesa a la hora de pensar en premios.
Y otra mujer (Jana Raluy) es la protagonista de Un monstruo de mil cabezas, thriller que con un toque de surrealismo y humor negro se presta perfectamente para hacer referencia a las injusticias y corrupción imperantes en el sector médico y farmacéutico, estafas que no pocas veces concluyen con la muerte de un enfermo que no llegará a tener lo que podrá salvarlo, o aliviarlo, no obstante pagar seguros y otras imposiciones económicas increíbles.
Es así que Laura, desesperada porque su marido enfermo de cáncer necesita una droga que debe ser aprobada por una empresa (y sus accionistas), se ve obligada, pistola en mano, a buscar las numerosas autorizaciones y firmas que se requieren. Se sucederán entonces peripecias bien filmadas que transcurren en el terreno de la tragicomedia, tono esencial para hacer creíbles las proezas de la mujer y su hijo.
Una película entretenida la de Rodrigo Plá, con un subrayado social tan claro como el agua.
Y también de México llega Las elegidas, una manera diferente de tratar el negocio vil de la prostitución, en esta ocasión recurriendo a muchachas muy jóvenes que pasan prácticamente de la inocencia al prostíbulo, so riesgo de perder la vida.
El filme de David Pablos se sitúa en Tijuana y comienza con una escena tierno-amorosa de una joven pareja. Ella está dispuesta a todo por ser feliz, solo que no sabe que ese “todo” es terminar “ejerciendo”, pues su amado es parte de una banda dirigida por su padre y a él le corresponde buscar presas fáciles y, por lo regular, sin familiares dispuestos a salir en busca de las desaparecidas.
El asunto se complica cuando el muchacho se enamora y sufre, aunque en otras dimensiones diferentes a la muchacha, que rápidamente es obligado a ponerse en función del dinero que debe producir y entregar a sus captores. ¿La quieres para ti? —le propone el padre a su cazador—, pues tráeme otra. Y ahí comienza una nueva captura.
Las elegidas no es solo una denuncia artísticamente convincente y desarrollada con imaginación y sin desbordes dentro del duro tema que trata, sino también un convite a reflexionar acerca del duro papel que le corresponde jugar a mujeres atrapadas en un círculo dominado por el poder “del macho”. Excelente dramaturgia y un final concebido para seguir pensando en lo que vendrá y que, por obvio, no se dice.
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Dany Daniel dijo:
1
8 de diciembre de 2015
18:49:39
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