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Mercosur sepultando la integración

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DARIS JAVIER CUEVASSanto Domingo

Hace décadas que los economistas acuñaron el término integración económica para hacer referencia a los acuerdos entre países de una zona geográfica para reducir y, en última instancia, suprimir las barreras arancelarias y las no arancelarias al libre tránsito de bienes, servicios y factores de producción entre ellos. En las últimas tres décadas hemos sido testigos ante la historia de la proliferación sin precedentes de bloques comerciales regionales para promover la integración económica regional y donde los miembros de la Organización Mundial del Comercio están obligados a notificar todo acuerdo regional en el que participen.

Estos acuerdos de integración económica han de llevarse a cabo bajo el enfoque de las teorías del comercio internacional, en particular la teoría de la ventaja comparativa, ya que como se sabe los acuerdos destinados a promover la liberalización del mercado en las regiones han de producir ganancias comerciales para todos los miembros. Pues al celebrar tratados regionales, los grupos de países pretenden reducir las barreras comerciales más rápido que bajo el auspicio de la OMC.

En América Latina se han observado tendencias hacia el espíritu de la integración regional, cuando Canadá, México y EEUU firmaron el Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuyos objetivos perseguidos han sido suprimir todas las barreras al libre tránsito del comercio entre los tres países. También, inspirado en avanzar hacia una integración regional, para 1991, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay implantaron un acuerdo denominado Mercosur para comenzar a reducir sus barreras comerciales y, aunque los avances de esta organización han sido vacilantes, la unión de este bloque comercial se ha conservado. Hay que destacar que el Mercosur se originó en 1985 cuando los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney suscribieron la declaración de Foz de Iguazú, el cual se convirtió en la plataforma para que en 1988 surja un pacto de libre comercio entre Brasil y Argentina. Pero resulta que las limitadas reducciones de aranceles y cuotas que trajo el pacto ayudaron a producir un incremento de 80% en el comercio entre ambos países a finales de la década de 1980.

El éxito alcanzado en el comercio bilateral, Brasil y Argentina, alentó la expansión del pacto en marzo de 1990 para incluir a Paraguay y Uruguay, pero en 2005, el pacto se extendió cuando Venezuela se adhirió al Mercosur, aunque se demoró varios años hasta que ese país logró integrarse por completo.

El objetivo inicial fue establecer una zona de libre comercio para finales de 1994 y un mercado común poco después, por lo que en diciembre de 1995, los miembros del Mercosur establecieron un programa de cinco años con el que esperaban perfeccionar su área de libre comercio y pasar a una unión aduanera completa.

Durante sus primeros ocho años, pareció que el Mercosur significaba una contribución positiva a la tasa de crecimiento económico de sus estados miembros. El comercio entre los cuatro países centrales del Mercosur se cuadruplicó entre 1990 y 1998 y el PIB conjunto creció a una tasa promedio anual de 3.5% entre 1990 y 1996, un mejor desempeño del que habían alcanzado en la década de 1980.

El Mercosur enfrentó un gran escollo en 1998, cuando sus miembros cayeron en una grave recesión y el comercio dentro del bloque se redujo de manera alarmante, situación que se profundizó mas dado que el comercio cayó todavía más en 1999, luego de la crisis financiera de Brasil que produjo la devaluación del real, lo que de inmediato encareció 40% de los artículos de los otros miembros del Mercosur en Brasil, su mayor mercado de exportación.

En ese momento, el avance para establecer una unión aduanera cabal se detuvo casi por completo y la situación se deterioró aún más en 2001, cuando Argentina, asediada por tensiones económicas, propuso que la unión aduanera se suspendiera de manera temporal, al tiempo que quería suspender los aranceles del Mercosur para suprimir los derechos de aduana sobre la importación de equipo de capital y aumentarlos 35% sobre los bienes de consumo. Brasil accedió a la petición, lo cual, como efecto, suspendió la tentativa del Mercosur de convertirse en una unión aduanera completa, pero la esperanza de recuperarla surgió en 2003, tras la asunción del presidente de Brasil, Lula da Silva, quien anunció su apoyo a un Mercosur revitalizado y ampliado con más miembros, una moneda común y un parlamento electo por voto.

Los impulsores del Mercosur tuvieron la visión de promover un encogimiento geoeconómico que viabilizara el dinamismo económico y comercial regional, así como una mayor compresión en cuestiones políticas, sin embargo, lo que acaba de ocurrir con la suspensión de Venezuela como miembro de ese bloque comercial se traduce en una estocada mortal al espíritu integracionista. Los cambios políticos de la zona han girado hacia el conservadurismo político, lo que parece que se estaría manifestando con retaliaciones en lo económico y comercial, lo cual es asimétrico con la apertura de los mercados en tiempos de globalización.

El autor es economista

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